lunes, 22 de febrero de 2010

flora y fauna de la region la Libertad

Trujillo se encuentra en la región Chala, formada mayormente por tierras desérticas, interrumpidas por la presencia de valles ribereños (que en el territorio de La Libertad están formados por los ríos Jequetepeque, Chicama, Moche, Virú y Chao). La región Chala, que incluye la zona litoral, permite actividades recreativas relacionadas con el mar y tiene el beneficio de su clima cálido durante todo el año. Apartándonos por un momento de la carretera, al norte y al sur de Trujillo, cerca del mar, es posible disfrutar de un escenario peculiar, con abundante vegetación de poca altura e interesantes variedades de aves y flores. Son las «lomas» de Trujillo, entre las que destaca el cerro Campana, donde habitan el pampero (Geossita peruviana) y la lechuza arenales (Athene culinaria) y cactáceas como el rabo de zorro (Borzicactus samnensis). Un lugar ideal para caminata, picnic y contemplación de la naturaleza.
Retomando la carretera hacia la sierra del departamento de Al Libertad, luego de los cultivos de caña de azúcar de Laredo empiezan las estribaciones cordilleranas donde se cobijan la Huaca de los Reyes y el complejo arqueológico Galindo, ambos de origen Moche. Desde esta zona, hasta llegar al puente Con Con, en la localidad de Poroto (500 msnm), tenemos la región Yunga, caracterizada por su orografía accidentada, que combina valles estrechos y quebradas. Aquí el clima es más templado y la agricultura más propicia. Tiene paisajes atractivos y bordeando el río Moche hay parajes óptimos para caminatas y campamentos. La carretera muestra cerros formados por rocas resquebrajadas que reflejan fuertemente el sol y dan al paisaje una belleza singular.
Siguiendo la ruta, todavía con el río Moche como acompañante, ingresamos a la región Quechua, ubicada entre los 2 300 y 3 500 msnm. Comprobamos fácilmente que ya estamos dentro de la zona cordillerana, con planicies fértiles protegidas por cerros y ubicadas a distintas alturas, donde se siembra papa, trigo y cebada, con los sembríos rodeados de bosques de eucalipto. Los pueblos más atractivos de la ruta son Salpo, Agallpampa, Yamobamba y Motil, en la provincia de Otuzco, que conservan muchas tradiciones andinas. El clima es frío, con una temperatura promedio anual entre 14 y 18 grados centígrados y con precipitaciones de 400 a 800 mm.
Más adelante, la carretera sigue subiendo y a partir de Cerro Sango el paisaje cambia completamente. Podemos ver dispersos sembríos de papa, ocas y habas, junto a raleados rebaños de ganado vacuno y lanar. La presencia del hombre es también escasa. Esta es la región Suni o Jalca, entre los 3 500 y 4 500 msnm. El poblado de Shorey y el asiento minero polimetálico de Quiruvilca, en la provincia de Santiago de Chuco, son los lugares mas atrayentes para los visitantes. Aquí el clima es más frío todavía, de 4 y 6 grados centígrados como promedio anual, con precipitaciones entre 900 y 1 000 mm. En Shorey parte el desvío que conduce a Santiago de Chuco, ciudad natal del gran poeta César Vallejo.
Siguiendo por la carretera llegamos a la Pampa de la Julia, ubicada sobre los 4 800 msnm y correspondiente a la región Puna, donde el frío es intenso. El ichu es casi la única forma vegetal que vemos. También pueden apreciarse, ocasionalmente, llamas y alpacas. Matizan el paisaje desolado algunas lagunas formadas por deshielos. En días de cielo despejado es posible divisar en el horizonte los nevados cordilleranos que forman la región Janca, de la que forman parte los glaciares.
Luego volvemos a descender hacia la región Quechua, aproximándonos a la florida y próspera ciudad de Huamachuco (3 310 msnm). Si ascendemos 10 km por el camino afirmado que sube el cerro que vigila la ciudad, podemos contemplar la ciudadela preinca de Marcahuamachuco (3 750 msnm), desde cuya fortaleza es posible ver el profundo cañón que conduce a Cajabamba (hacia el norte) y el multicolor paisaje descendente de la cordillera (hacia el oriente).
Si deseamos permanecer en Huamachuco podremos disfrutar de sus vestigios culturales, sus fiestas populares, su gastronomía y, muy cerca de la ciudad, de las reconfortantes aguas termales de Yanasara y de la laguna de Sausacocha, un buen lugar para campamento y pesca deportiva.
El paisaje lejano lleno de bruma y bosques que se avisora desde Huamachuco es el inicio de la región de la Selva Alta o Rupa Rupa.
Podemos adentrarnos en ella si disponemos de un día más para seguir por la carretera de penetración rumbo a Chugay y Aricapampa. Luego de cruzar el Marañón podemos dirigimos a Pataz, en la provincia del mismo nombre, donde el clima va de templado a cálido, con intensa humedad y fértiles sembríos.
Cruzar el Marañón es una grata experiencia de la que no debe privarse ningún liberteño. El Marañón es el río más importante del Perú después del Amazonas. Fue conocido en tiempos de los incas como Hatunmayo (Río Grande). Los colonos que intentaron poblar la selva en el siglo XIX lo llamaron «serpiente de oro», por su accidentado y sinuoso recorrido y por la fertilidad que deja a su paso. Este último apelativo dio título a una novela del gran escritor peruano Ciro Alegría que evoca la vida de los balseros de este río en la zona de Calemar (distrito de Bambamarca, provincia de Bolívar).
Durante el siglo XVI se intentó bautizar al río Marañón con diversos nombres, entre ellos río de Orellana, río Dulce de Santa María, río de Jaén, río de Chachapoyas, etc., pero primó el nombre que le dieron los primeros exploradores: Marañón, que el cronista fraile Pedro Simón atribuye al rebelde Lope de Aguirre, que recorrió el río en 1560. Sin embargo, consta que el río ya era conocido como Marañón cuando fue surcado por Alonso de Alvarado en 1536; y habría sido llamado así por los primeros soldados que lo avistaron hacia 1542, sorprendidos al ver desde lejos su recorrido «enmarañado».

LA FAUNA DE HUANCHACO

En la Costa del Pacífico del Perú, la cordillera de los Andes es el rasgo geográfico geológico más importante que corre relativamente junto al mar, con rumbo variable, constituyendo el esqueleto rocoso que da forma al litoral. La zona litoral es una zona árida intertropical que posee un clima cálido y seco debido al efecto de la Corriente marina fría de Humboldt, que fluye de sur a norte a lo largo de la costa. Las neblinas que se forman en el mar penetran algunos kilómetros tierra adentro pero no llegan a precipitar lluvias. Los valles costeros aparecen como “oasis fluviales” que están formados por suelos aluviales, depositados por los ríos. En esta región la vegetación falta casi por completo y sólo en las orillas de los ríos y en ciertos lugares próximos al mar hay vegetación arbustiva permanente.
En la costa norte del Perú, en el Departamento de la Libertad, Provincia de Trujillo, Distrito de Huanchaco, cerca al balneario de Huanchaco y a 50 m de la línea costera del Océano Pacífico se encuentra ubicado el Balsar de Huanchaco.
En el Balsar el clima es semicálido, con temperaturas que varían entre los 15 y 28 ?C, la humedad relativa es de 82% y las precipitaciones son menores a 150 mm. Los suelos superficiales son arenosos con limitado potencial para el uso agrícola y pecuario. El agua de las pozas de los totorales es salobre y de origen subterráneo; probablemente combinada con filtraciones de aguas marinas, dada su ubicación a menos de 100 m de la orilla del mar.
Aunque no se ha realizado un estudio exhaustivo de los componentes bióticos del área, se han registrado de manera preliminar 16 especies de Fanerógamas y 48 de algas. La vegetación es halófita, sumergida y anfibia. En relación a la fauna se han identificado 32 especies de invertebrados y 30 especies de aves acuáticas entre residentes y migratorias.
El Balsar, un humedal único en la costa peruana, por su carácter artificial, tiene una superficie de 46.72 ha. Presenta 160 pozas, donde se cultiva la totora (Scirpus californicus), que en su mayor parte crece de manera vigorosa. De la totora los pescadores construyen el “caballito de totora”, que les permite incursionar en el mar para el desarrollo de la pesca artesanal, la cual constituye una importante fuente de recursos económicos para su subsistencia.
Estos humedales usando el Sistema de Clasificación para Tipos de Humedales de la Convención Ramsar, están bajo la categoría de Humedales Hechos por el Hombre, debido a que están constituidos por pozas artificiales.
Desde muy niños, los huanchaqueros (Habitantes de Huanchaco) aprenden que cuando la planta anfibia llamada totora (scirpus) alcanza su máxima altura, (lo que ocurre sólo una vez al año), es el momento de cortar por la base y ponerla a secar en la arena hasta que adquiera su inconfundible color dorado. Entonces, manos diestras prensan los carrizos con una “huangana” (cordel grueso), comenzando por la popa, es decir por la parte de atrás, que es más ancha, y que se angosta gradualmente siguiendo la forma del junco hasta formar una fina proa o “chusca”, arqueada, que según nos explica Mercedes Ucañan sirve para cortar el oleaje y darle dirección a la nave. Sólo los caballitos de Huanchaco tienen la proa en punta y ligeramente volteada hacia arriba, como la “quilla” de la famosa tabla hawaiana que tiene en estas naves sus antecedentes más antiguos. La prueba de que los caballitos de totora existen desde tiempos inmemoriales, se encuentra en la cerámica Virú, que en diferentes piezas artísticas muestra reproducciones idénticas que data de 200 años antes de Cristo, así como en los vasos denominados “Gallinazos” que tienen 2,200 años de antigüedad.
En lengua muchic se les llamó “tup”, pero los españoles los bautizaron como “caballitos” porque los nativos montaban en ellos cual si se tratara de corceles, y así lo continúan haciendo hasta hoy muchos de sus actuales descendientes; los curtidos pescadores del legendario Muelle de Huanchaco. Una vez en tierra, las embarcaciones son depositadas sobre la arena cual vigías en perfecta formación a la espera de una nueva faena.
Un sacerdote español observa en sus apuntes que,”eran muchos y cada uno en su balsilla caballero o sentado a porfía cortando las olas del mar, que es bravo allí donde pescan, parecían tritones o neptunos que pintan sobre el agua…” Cada hombre llevaba consigo una bolsa de red llamada “calcal”, con anzuelos de varios tamaños, que todavía hoy en día se emplean para la pesca artesanal en varias caletas de la costa.
En sus investigaciones sobre el tema, la historiadora María Rostworowski ha encontrado que el empleo de esta balsa, durante el siglo XVI, abarcaba un amplia franja costera, que iba desde el norte de Lambayeque hasta la zona de Pisco, en el departamento de Ica.
Con el paso del tiempo su uso se redujo debido principalmente a la desaparición progresiva de los totorales, quedando Huanchaco, en la Libertad, y Pimentel y Santa Rosa, en Lambayeque, como solitarios reductos donde aún se conserva la costumbre ancestral de utilizar la caña de Guayaquil cortada en dos, a lo largo, como remo, y el ancla, que no es otra cosa que una piedra atada con cuerdas.
El antiguo peruano podía saber si la pesca iba a ser buena con sólo observar las tonalidades del mar, el cardumen, o el comportamiento de la luna en relación con la marea, de acuerdo a ello se decidía si las condiciones eran propicias para hacerse a la mar.
Inexorable extinción, Pero esta sabiduría empírica, asociada a la cultura marina que, como en Huanchaco, se desarrolló en gran parte del litoral, corre el peligro de extinguirse a causa del cada vez más escaso interés que existe hacia esta actividad. Sólo uno de los seis hijos de Mercedes Ucañan apoya a su padre en las faenas de pesca, “los otros han emigrado a Lima, porque acá la vida cada vez es más dificil”, afirma el pescador en tono resignado.
El desaliento tiene que ver con la escasez de los recursos marinos. Una escasez originada por la presencia de barcos arrastreros, a los que los pescadores culpan de depredar el mar.
Pero otra de las causas de esta crisis es la dificultad para obtener la totora, la modernización y acelerada urbanización de Huanchaco ha producido el desecamiento de sus lagunas, debido al excesivo bombeo de las aguas del subsuelo.
El antropólogo Bernardo Alva sostiene que se repite el mismo fenómeno que aconteció en los años 40 en Chan Chan, cuando los pescadores nativos se vieron obligados a transplantar las raíces y tallos de sus estanques, porque la presencia de la agricultura migratoria en sus inmediaciones terminó por secar por completo los suelos.
En el terreno árido de la ciudadela, el único vestigio que actualmente observa el visitante son unas pequeñas matas desperdigadas, pálida sombra de los que antes fueron extensos y florecientes totorales.
En Huanchaco los pescadores se han visto obligados a organizarse comunalmente para aprovechar las 40 pozas o balsares, de donde se proveen de la materia prima para elaborar sus caballitos de totora. Los totorales constituyen un microsistema ecológico en el que habitan diversas especies de peces de agua dulce, insectos y una curiosa avecilla que se alimenta exclusivamente del gusano que parasita la totora, favoreciendo su crecimiento.
Pero, durante los últimos tres años, por lo menos una docena de totorales han sido quemados y sepultadas sus pozas con desmonte en un fallido intento de urbanizar toda el área.
Si este incontenible avance del concreto continúa, en pocos años, lo único que quedará de los herederos de la cultura Chimú será el mudo recuerdo plasmado en los frisos de aves y peces en bajo relieve de la ciudadela de Chan Chan.
Los Ucañan, Huamanchumo, Chinchihuaman, Chumbe, y otros, que conforman las 160 familias nativas que viven en Huanchaco habrán perdido la batalla, y con ellos el Perú un trozo vivo de su historia.
“Será porque no enos tenido la justicia de a quien de derecho le pertenece”, sentencia con remota amargura, Mercedes Ucañan, en la milenaria lengua de sus ancestros.
El 23 de enero de 1992 la asamblea regional de la Región La Libertad dictó una resolución Legislativa que declara Reserva Protegida, a las 46.72 hectáreas de totorales ubicados en la caleta de Huanchaco. Se dispone su uso exclusivo para el cultivo, crecimiento y secado, y aprovechamiento racional de la totora, así como para las investigaciones científicas.
Pero la ley no ha sido suficiente para detener el avance del cemento y las autoridades encargadas de su cumplimiento no parecen preocuparse por tan indignante depredación. La destrucción de los totorales de Huanchaco no solamente constituiría un auténtico crimen ecológico sino que significaría aniquilar la esencia de una de las más hermosas tradiciones de nuestros pueblos.
La costa central y sur del Perú tiene como característica fundamental la ausencia de precipitaciones así como altos niveles de humedad y nubosidad. Estas condiciones han definido: gramadales, lomas Tilandsiales, cactáceas y montes ribereños. Todas estas formas de vegetación tienen por virtud el haberse sabido adaptar a la carencia de precipitaciones. Las tillandsias por ejemplo aprovechan el rocío de la mañana que se condensa sobre sus hojas y cae en su centro. Las lomas aprovechan las nieblas cargadas de humedad que en los meses de mayo a agosto se estrellan contra las laderas de algunas zonas de la costa. De esta manera, al inicio de la primavera ocurre una explosión de color y vida en estos espacios.
En Trujillo y la costa norte del Perú tenemos precipitaciones a inicios de año y un mayor brillo solar. Estas condiciones han definido grandes tipos de vegetación como son: manglares, chaparrales, ceibales, algarrobales y sapotales. Todos estos conjuntos alcanzan la fase arbórea (llegan a convertirse en árboles) debido a las estrategias que desarrollan para acceder al agua.

Fauna de Trujillo

La gaviota al igual que la flora, la fauna del Perú se caracteriza por una abundancia relativa pero sobretodo por su gran variedad. La distribución de la misma responde a las condiciones del entorno físico que en el Perú varía desde una costa árida y casi sin precipitaciones hasta una selva exuberantemente cálida y con elevados niveles de lluvia.
Si -como plantea el ecólogo peruano Antonio Brack- consideramos al mar peruano como parte de la costa, entonces podemos afirmar que en ella tenemos una fauna costera abundante y variada.

Chavimochic

El Proyecto Especial Chavimochic en la costa norte del Perú, fue iniciado por el INADE (Instituto Nacional de Desarrollo), en la década de 1960, en el 2003 se efectuó la transferencia del mismo al gobierno regional de La Libertad.
Se extiende en la parte baja de las cuencas de los ríos Santa, en el cual se ubica la bocatoma principal, Chao, Virú, Moche y Chicama. El objetivo del Proyecto Especial es el de garantizar el agua de riego en los perímetros de riego de las partes bajas de las cuencas mencionadas.
El área total irrigada beneficiada por el sistema es de 144 385 ha, de las cuales se han ganado al desierto 66 075 ha, en las zonas entre los valles. Además garantiza el suministro de agua a 78 310 ha de tierras de los valles que ya eran cultivados, pero que no tenían el agua garantizada todos los años.
El proyecto especial de las nuevas tierras de regadío de “Chavimochic”.
Se puso en marcha con las esperanzas de un proyecto para generar trabajo, y divisas por la exportación de la producción a mercados exteriores. Este proyecto, hoy en día es una floreciente realidad que ha situado al Perú como el mayor exportador mundial de algunos determinados productos hortícolas.
Fue posible gracias en parte a la iniciativa privada de diversas empresas que enfocaron el cultivo y la producción de diversos productos hortícolas según las necesidades de diversos mercados consumidores, preferentemente de Europa y América del Norte.
Se cultivan diversos productos hortícolas siempre con estudios de mercado y con vista a la exportación que integra a mercados exteriores de productos tales como espárragos o alcachofas que se exportan principalmente por el aeropuerto Carlos Martínez de Pinillos de Trujillo.
 Laboratorio de Biotecnología Vegetal – CHAVIMOCHIC
El laboratorio de Biotecnología cumple la misión de realizar investigación en el campo del cultivo de tejidos vegetal a través del aislamiento de meristemos, embriogenesis somática y otros programas afines (conservación de plantas en peligro de extinción y germoplasma de plantas de importancia económica como : Espárrago, Piña, Fresa y Uña de gato). Se busca un desarrollo estratégico entre instituciones, empresas agroindustriales y sectores de Juntas de usuarios donde agrupa a los agricultores de los valles de Chao, Virù y Moche para la buena utilidad de los productos obtenidos, semilla certificada libre de enfermedades. En el presente año se vienen realizando ensayos experimentales para la obtención de plantas libres de enfermedades de palto, ají páprika y alcachofa.El material genético proviene de plantas seleccionadas, de buen vigor y performance, que asegura uniformidad y altos rendimientos. Las plantas in vitro producidas en el laboratorio, son aclimatadas en el invernadero antes de ir a campo definitivo.

RESPONSABLES DE LA COMPILACION DE LA INFORMACION

•Jaime De Bracamonte Rojas debracamonte_jaime@hotmail.com
•Miguel Ibáñez Cárdenas ibanezcardenas_m@yahoo.es
•José Flores Pesantes joseduardo_flores_seminario@yahoo.com
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•Jonathan Murga Guzmán elgranjonathan3@hotmail.com
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